
Enclavado en el corazón histórico de Talavera, se alza uno de los edificios más emblemáticos y cargados de historia de la ciudad: Centro Madonna del Prado. Este edificio histórico, actualmente sede del Conservatorio Elemental y Profesional de Música, ha dejado una profunda huella en la identidad de Talavera a lo largo de los años.
Con un carácter privado, La Madonna del Prado ha desempeñado diferentes roles a lo largo de su existencia. En sus inicios, fue el primer estudio de fotografía fundado por Juan Ruiz de Luna. Por aquel entonces, su pasión por capturar imágenes y momentos se entrelazaba con la belleza y el arte cerámico, elementos característicos de Talavera de la Reina.


Al adentrarnos en el edificio, nos encontramos con una impresionante colección de azulejos de cerámica. Estos azulejos, meticulosamente decorados, narran escenas del ilustre Don Quijote de la Mancha. Cada azulejo cuenta una historia, transportándonos a las hazañas y desventuras del caballero andante y su fiel escudero Sancho Panza.
Hoy en día, La Madonna del Prado brilla como un espacio dedicado a la educación musical. El Conservatorio elemental y profesional de música, que ha encontrado su hogar en este edificio histórico, acoge a jóvenes talentos y profesionales en busca de perfeccionar sus habilidades y conocimientos musicales. El legado de La Madonna del Prado continúa vivo, ahora en forma de notas, melodías y armonías que llenan los pasillos y aulas de esta joya arquitectónica.
La Madonna del Prado, testigo de la evolución y transformación de Talavera, es un lugar donde convergen el arte, la historia y la pasión por la música. Su imponente presencia y su rico legado nos recuerdan la importancia de preservar y valorar nuestro patrimonio cultural, y nos invitan a sumergirnos en un viaje a través del tiempo, donde cada ladrillo, azulejo y acorde musical nos cuenta una historia única de esta ciudad llena de encanto y tradición.


«…y allí puesto Sancho en mitad de la manta comenzaron á levantarle en alto, y á holgarse con él como un perro por carnestolendas…»






Miguel de Cervantes Saavedra
-¿Cómo dices eso? —respondió don Quijote—. ¿No oyes el relinchar de los caballos, el tocar de los clarines, el ruido de los atambores?
-No oigo otra cosa —respondió Sancho— sino muchos balidos de ovejas y carneros…
…esto diciendo, se entró por medio del escuadrón de las ovejas y comenzó de alanceallas con tanto coraje y denuedo como si de veras alanceara a sus mortales enemigos. Los pastores y ganaderos que con la manada venían dábanle voces que no hiciese aquello; pero, viendo que no aprovechaban, desciñéronse las hondas y comenzaron a saludalle los oídos con piedras como el puño. Don Quijote no se curaba de las piedras, antes, discurriendo a todas partes, decía…

Miguel de Cervantes Saavedra
“En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
—La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
—¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.
—Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas…
