Los Emblemas Morales de Sebastián de Covarrubias en la cerámica de Ruiz de Luna, están representados por un conjunto de 35 elementos de loza con forma de plato, del segundo catálogo impreso (1915) de la fábrica realizados tanto en color azul como en policromado.
Los Emblemas de Sebastián de Covarrubias, constituyen en gran medida, retazos de experiencias vitales, que añaden a sus mensajes didácticos y morales una deliciosa dimensión intimista. Su vida, de este modo, casi puede seguirse a través de estas ingeniosas piezas, que son sus Emblemas, capaces de componer, por sí solas, la figura de una de nuestras glorias literarias.
Sebastián de Covarrubias realiza sus Emblemas morales con clara intención catequética y didáctica al servicio de la Iglesia contrarreformista. En realidad, sus Emblemas están concebidos para servir, a este hombre solitario, de desahogo espiritual, confesión íntima o catarsis curativa.
La mayor parte de esta colección de trescientos emblemas nacen de una experiencia personal o familiar, unas veces de forma clara y otras de modo muy sutil; lo que nos ha permitido conocer, en su devenir, al hombre humilde y sin ambiciones personales, que siempre fue.
Cuando Sebastián de Covarrubias compone sus emblemas, lo hace siguiendo con fidelidad la estructura tradicional del emblema triplex, cuidando cada una de sus partes para que el conjunto resulte claro y coherente.

En primer lugar, está la Inscriptio, es decir, el mote o lema que encabeza cada emblema. Covarrubias recurre casi siempre a la herencia de los clásicos para elegir estas frases breves y cargadas de sentido. Sin excepción, el mote aparece integrado en una delicada filigrana dentro de la imagen, y casi siempre vuelve a presentarse al final de la glosa, a veces incluso en una forma más extensa que ayuda a desplegar mejor su significado.
La Pictura constituye el corazón visual del emblema. Las imágenes que la componen son de naturaleza muy variada y, lejos de limitarse a un mero adorno, Covarrubias las comenta con detalle hacia el final de sus explicaciones. Con frecuencia añade observaciones que permiten al lector comprender el propósito de cada figura y el modo en que contribuye al mensaje moral.
La tercera parte, la Suscriptio o Epigrama, se sitúa siempre bajo la imagen y el mote, en la página impar, y adopta invariablemente la forma de una octava real. La elección no es casual: este metro ofrece armonía y unidad, a la vez que se presta de manera idónea a expresar enseñanzas morales. Frente a ello, en la página par se reserva un espacio en prosa que actúa como apoyo o complemento.
Los Emblemas Morales de Sebastián de Covarrubias en la cerámica de Ruiz de Luna, hombre moralista, fiel a su época quiso plasmar, en los motivos de su platos de cerámica, aquellos Emblemas Morales de Sebastián de Covarrubias que le eran más afines.
Non nisi fracta reddit urna, «Solo cuando haya sido rota lo devolverá la hucha».
Guarda relación con el Emblema 20, I CENTURIA, en el que Covarrubias, como un recordatorio silencioso: Non nisi fracta reddit urna, “Solo cuando haya sido rota lo devolverá la hucha”. El avaro la alimenta sin descanso, convencido de hallar en ella seguridad, pero ignora que, al morir, otro —quizá un manirroto— la quebrará y derrochara su tesoro.
Covarrubias advierte así contra dos vicios opuestos y hermanos: la avaricia que retiene y la prodigalidad que disipa. Ni guardar sin gozo ni gastar sin juicio conducen al bien; ambos caminos dejan a los bienes sin fruto y al hombre, sin paz.
En este emblema Ruiz de Luna añadió la imagen de un pájaro que sostiene una moneda con intención de introducirla en la alcancía.

Sera respexit inertem, «Demasiado tarde miró atrás».
Sobre una tortuga aparece un asta con grilletes en forma de cruz, coronada por el pileus, el gorro con que los romanos simbolizaban la libertad de los esclavos. La imagen advierte que el pecador no debe ser lento y perezoso como la tortuga: si no actúa con diligencia, quedará atrapado por el vicio.
El pileus recuerda que la libertad solo se alcanza cuando se rompe la esclavitud del pecado. Covarrubias explica estos símbolos en su glosa, inspirados en la alegoría de la Libertad de Ripa y en otros emblemas como el de Alciato, donde el gorro también representa la liberación.

Este otro plato, catalogado con el número 409 del 2º catálogo de Ruiz de Luna (1915), recrea el Emblema 43 de la CENTURIA II del libro «Los Emblemas Morales de Sebastián de Covarrubias»
Tu vince loquendo, «Tú vence hablando».
La imagen muestra un libro cerrado, colocado en vertical, atravesado por una espada en horizontal. El mensaje es sencillo: así como un libro no debe ser dañado por una espada, un reino tampoco debe sostenerse con la violencia, sino con el buen gobierno basado en la razón y en la justicia. (OV. Met. 9, 30).
La idea que transmite es que la razón y la justicia son los auténticos pilares del poder, y que el ejército sólo debe intervenir en casos de guerra o necesidad extrema, porque la violencia nunca es una solución justa. El libro atravesado por la espada, acompañado del lema ovidiano, recuerda que, aunque las armas puedan imponerse en un momento dado, quien siempre acaba venciendo es la razón. En otras palabras: ante cualquier problema, lo primero que debemos utilizar no son las armas, sino la palabra.

Quid immania corpora prosunt, «¿De qué sirven los cuerpos gigantescos?»
La escena muestra a David y Goliat: un joven, armado solo con una honda, vence al gigante que yace en el suelo. El mensaje es claro: lo que hace grande a una persona no es su fuerza física, sino el valor, el esfuerzo y la valentía. (OV. Met. 11, 501).
Covarrubias insiste en rechazar la fuerza bruta para destacar otras virtudes: en algunos emblemas la razón y la palabra, y en este, el coraje y la constancia. La historia bíblica de David y Goliat ha sido contada una y otra vez en la literatura y el arte, siempre como símbolo de la victoria del débil sobre el fuerte. En la tradición cristiana, Goliat llegó a representar al Demonio, mientras que la honda de David era la firme voluntad de resistir al pecado. En cualquier caso, el mensaje sigue vigente: no es el tamaño ni la fuerza lo que decide la victoria, sino el ingenio y la valentía.

Fallit volatilis aetas, «El tiempo engaña, pues vuela».
Un anciano con alas, una pierna de madera, una guadaña y un reloj de arena representa al Tiempo. Sus símbolos nos recuerdan que creemos que pasa despacio —como su pata de palo—, pero en realidad vuela con rapidez, acercándonos a la muerte, como muestran las alas, el reloj y la guadaña.
Esta figura procede de la tradición renacentista, que tomó de Cronos y Saturno la imagen del viejo con guadaña y la unió a las alas y al reloj de arena para subrayar la fugacidad de la vida. Covarrubias recoge esta interpretación, heredera de los clásicos y del “Triunfo del Tiempo” de Petrarca, para recordarnos lo engañoso y veloz que es el paso del tiempo.

Virtus in frondibus nulla est, «En la hojarasca no hay vigor».
La imagen muestra un árbol lleno de hojas, pero sin fruto. El mensaje es claro: como los charlatanes que hablan mucho pero no dicen nada, la apariencia sin contenido carece de valor.
Covarrubias lo aplica especialmente a los discursos falsos de los herejes, cuya palabrería resulta tan vacía como un árbol estéril. El emblema recuerda que lo importante no es la apariencia, sino los frutos verdaderos de las palabras y las acciones.

Satis est prostrasse, «Basta con haber vencido».
En la imagen, un león mantiene bajo sus patas a un hombre derribado, pero en lugar de matarlo, se contiene. El mensaje es claro: la grandeza no está en abusar del vencido, sino en mostrar clemencia. En la lucha, cuando el enemigo se rinde, lo que verdaderamente nos honra y engrandece es perdonarlo, no humillarlo más.

este plato, catalogado con el número 534 del 2º catálogo de Ruiz de Luna, recrea el Emblema 99 de la CENTURIA I
Nulli non sua forma placet, «Ninguna está a disgusto con su aspecto».
La imagen muestra a una mona, sentada de perfil, contemplándose satisfecha en un espejo que sostiene con su mano. El contraste es evidente: un animal considerado poco agraciado, que sin embargo se embelesa con su reflejo. La enseñanza es clara: la vanidad nos impide reconocer nuestros propios defectos.
Con frecuencia tendemos a ver nuestros fallos —ya sean físicos o morales— como rasgos positivos, cuando en otra persona los juzgaríamos de forma negativa. Esa ceguera se parece a la de la mona que se enorgullece de su propia imagen. Frente a ello, el verdadero don es conocerse a uno mismo con sinceridad, aceptando virtudes y defectos.

Ibit impunitus adulter, “El adúltero marchará impune”.
Un antiguo emblema con el lema Ibit impunitus adulter (“El adúltero marchará impune”) muestra una escena estremecedora: un niño desnudo atacado por serpientes. La imagen denuncia una injusticia evidente: los culpables del adulterio se libran, mientras los hijos nacidos de esa unión cargan con el sufrimiento.
Andrea Alciato ya había tratado el tema de los hijos ilegítimos en su emblema In nothos, aunque con un enfoque distinto: destacaba cómo podían educarse y alcanzar el éxito, como Hércules.
Covarrubias, en cambio, adopta una mirada más crítica. Considera inaceptable que los niños paguen por las faltas de los adultos y afirma que, cuando esto deriva en abandono o muerte, se trata de un delito. Para él, una sociedad civilizada debe proteger siempre a estas víctimas inocentes, aunque el castigo a los culpables quede en segundo plano.

Summa et ima, «Lo más alto y lo más bajo».
El emblema muestra a un águila encaramada en lo alto de un risco. Desde allí observa a serpientes y conejos que se mueven en el suelo, mientras un sol con rostro ilumina la escena. La imagen encierra una lección dirigida a los prelados: no basta con vivir en la contemplación de lo divino, también deben cuidar de los más humildes.
El águila es el símbolo perfecto para esta doble tarea. Vive en lo alto, como los obispos en su jerarquía, pero su aguda vista le permite atender a lo que sucede abajo, entre los más pequeños y vulnerables. Covarrubias recuerda así que el obispo, cuyo nombre significa literalmente “el que observa desde arriba”, debe unir en su vida las dos dimensiones representadas por Marta y María: la contemplativa y la activa.
Un segundo detalle completa la lección: se creía que el águila real podía mirar fijamente al sol, y que expulsaba de sus nidos a los polluelos incapaces de hacerlo. De esta idea surgieron muchas representaciones de la vida contemplativa, la que mira directamente a Dios.

Hic praedam pedibus, ille salutem, “Este busca el botín con sus patas; aquella, la salvación”.
En el campo abierto se libra la escena: un cazador, lanza en mano, corre tras la liebre que huye desesperada. Delante de él, su galgo vuela casi sin tocar la tierra. Para el hombre, todo es botín; para el animal, tan solo ejercicio de instinto y obediencia. Uno busca provecho, la otra busca salvar la vida.
El mote lo resume: Hic praedam pedibus, ille salutem, “Este busca el botín con sus patas; aquella, la salvación”. Y en ello se cifra la lección: hay quienes, como el cazador, se valen de otros para alcanzar sus fines, sin reparar en el daño que provocan. Así, el amigo convertido en instrumento, el aliado reducido a medio, no es sino un reflejo de la injusticia de quien persigue su interés personal por encima del bien ajeno.

In concessa cave, «Cuidado con lo que se concede».
Cuidado con lo que se te concede. Un hombre esquila con su navaja el pelaje de un león, que vuelve la cabeza amenazante. Así se advierte al príncipe que no debe ser ingrato con quienes le sirven: hasta el más fiel puede rebelarse, como el fiero animal domesticado.
Algunos seres salvajes se amansan, pero su naturaleza nunca se extingue; basta una chispa para que vuelvan a mostrar su fiereza, incluso contra quien los crió y alimentó. El león, símbolo de poder y de ira, encarna aquí esa doble lección: el súbdito, aunque dócil, puede tornarse peligroso; el rey, por tanto, ha de obrar con prudencia.
Covarrubias recuerda, contra otras lecturas, que no se trata de la fuerza sometida, sino de la relación delicada entre señor y criado. Como el domador frente a la fiera, el príncipe debe vigilar siempre, pues la gratitud descuidada puede volverse en su contra.

Los siguientes Emblemas, no disponemos de la imagen en cerámica, hemos incluido el boceto del 2º Catálogo (1915) de Ruiz de Luna.




















Bibliografía.
Biblioteca Nacional «Emblemas Morales Sebastián de Covarrubias Orozco».
Sandra Peñasco González en «Edición filológica y estudio de Emblemas morales
de Sebastián de Covarrubias Orozco (1610)».
Juan de Dios Hernández Miñano en «Sebastián de Covarrubias en sus Emblemas Morales».
Mi agradecimiento a Fernando de la Península Pésica por haberme iniciado en el estudio y comprensión de la presente obra de Sebastián de Covarrubias.
Gracias por compartir las imágenes: Antigüedades Linares; Museo de Santa Cruz; Claudette Bach; Arsenio Martín del Pino; Amador Chiquero; Fernando Vázquez; María Aurora Menendez García; Fernando González Moreno.