El pasado 3 de mayo de 2025, la localidad toledana de Noez vivió una jornada entrañable al conmemorar los cien años del nombramiento de Juan Ruiz de Luna Rojas como Hijo Predilecto. El acto, celebrado en los jardines del Palacio López de Sagredo, reunió a vecinos, autoridades y familiares del ceramista para rendir homenaje a una de las figuras más ilustres de la artesanía española.
El evento formó parte de la festividad de la Cruz de Mayo y estuvo acompañado por la reapertura de una exposición sobre su vida y obra ‘Ruiz de Luna nació en Noez‘, organizada en 2016 por la Asociación de Mujeres ‘Ruiz de Luna’. Esta muestra incluye piezas originales conservadas por vecinos de Noez y paneles gráficos con imágenes de sus célebres creaciones.
Un hijo de Noez con alma de artista
Juan Ruiz de Luna nació en Noez en 1863, en el seno de una familia humilde dedicada a la fabricación artesanal de castañuelas. Desde joven mostró un vivo interés por la pintura y la decoración, lo que le llevó, tras el fallecimiento de dos hermanos, a establecerse en Talavera de la Reina. Allí se hizo cargo de un pequeño taller y comenzó una trayectoria que lo situaría en el epicentro del resurgir cerámico de la ciudad.
Durante los primeros años, compaginó la decoración pictórica con la fotografía, dejando su impronta en lugares como el convento de Santo Domingo, el palacio del marqués de Comillas en Navalmoral o el camarín de la Virgen del Prado. Su inquietud artística coincidió con una etapa de decadencia de la cerámica talaverana, situación que Ruiz de Luna contribuyó a revertir con visión y empeño.
En 1908, junto a Enrique Guijo y otros socios, fundó la sociedad «Ruiz de Luna, Guijo y Cía», empresa que sería fundamental en el resurgimiento de la cerámica local. La fábrica vio su primer horno encendido el 8 de septiembre de ese mismo año, fecha emblemática de la Virgen del Prado. Desde entonces, su obra trascendió las fronteras de Talavera, llevando el nombre de la ciudad por toda España.
Un recuerdo vivo que trasciende el tiempo
El acto conmemorativo contó con la intervención de autoridades como el delegado provincial de Fomento, Jorge Moreno, y la alcaldesa de Noez, Yurema Molina quienes destacaron la vigencia del legado de Ruiz de Luna, tanto en su valor artístico como en el profundo vínculo humano que mantuvo con su tierra natal.
Especialmente emotivo fue el discurso de su nieto, Pedro Pablo García del Pino Ruiz de Luna, quien rememoró la figura de “Juanito” a través de entrañables anécdotas de infancia, como sus viajes a lomos de una borrica hasta Toledo para comprar materiales para las castañuelas familiares, o sus primeros aprendizajes en pintura junto al excéntrico don Fernando López de Sagredo, en el palacete que hoy lleva su nombre.
Una figura que sigue inspirando
Más allá de su consagración como maestro ceramista, Juan Ruiz de Luna es recordado como un hombre generoso y profundamente arraigado a su origen. A lo largo de su vida mantuvo viva la memoria de Noez, no solo como punto de partida, sino como una fuente permanente de inspiración. Su historia es también la de una comunidad que supo valorar el trabajo bien hecho, la pasión por el oficio y el compromiso con la tradición.
Hoy, un siglo después de aquel primer reconocimiento oficial, Noez reafirma su gratitud hacia quien supo llevar el nombre del pueblo allí donde la cerámica talaverana volvía a brillar. Como dijo su nieto al finalizar el acto:
«Gracias, Juanito, por llevarnos contigo. Gracias, Noez, por haberle dado al mundo.»
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